Comienza noviembre, mes en el que renacerá Sagitario. Los típicos colores estacionales repican por su evidencia, y los parajes naturales de León reverberan de luz otoñal.
El río fluye transparente, y sus guadianes vigilan cada margen con esmero y paciencia. Hay sitio para cada cual, no importa la edad ni la experiencia, todo llega.
Un martín pescador, confiado en su rama, irradia energía vital. Es como una bola de fuego que el agua no podrá apagar, nunca.
Petirrojos, pinzones, carboneros, gorriones, currucas, lavanderas… pequeños, pero más precisos que cualquier reloj.
Ánades… para ellos, el amor no decae… y si no, que se lo pregunten a la pareja de azulones, otrora reales. Son una de las maravillas ocultas… porque están a la vista de todo el mundo.
Este paso sobre el agua luce en la hora mágica.
Más arriba, a pocos metros del río, un cernícalo intenta cazar. Ha fallado el ataque… pero no desistirá.
En el silencioso bosque, el mirlo se hace de rogar, camuflado; y la urraca, brillante, se pavonea ante su público, en pleno jardín.
Hace varias semanas, arribaron los cormoranes. Compiten por lo suyo con fiereza, y no se conforman con poco. Aparentan integrar las filas de alguna antiquísima hermandad pirata, duros y recios, en estricta formación triangular.
Setas, verde puro y hojas secas… contradicciones funcionales, necesarias.
Cuando el ojo del puente está abierto al completo, una dimensión surge para los sentidos. Hoy es día uno, comienza noviembre, pronto renacerá Sagitario y no hay vuelta atrás.