Hablar de Frank Frazetta es hablar de su obra y del impacto de la misma, salvo que en este caso, también de la persona tras los pinceles. No es habitual que alguien con su talento tuviera dudas a la hora de dedicarse a jugar al béisbol o a la pintura, dado que los grandes nacen con una especie de vocación o, al menos, operan en un ambiente propicio para poder desarrollar sus aptitudes. Durante gran parte de su vida, el maestro retuvo y dosificó sus dotes hasta que no hubo forma de contenerlas, por decisión propia y no sin un toque de rebeldía y decisión, ante un paradigmático panorama que controlaba a los artistas de forma total. Él se posicionó, a su manera, de forma efectiva. Abrió las puertas a un campo relativamente insospechado. Y sembró una semilla que sentó precedente.
No es posible continuar este escrito sin antes mostrar mi gigantesca admiración hacia este artista sin par, cuyos trazos sobre papel, lienzo o masonita, resultan indescriptiblemente originales. Sus figuras y paisajes, los parajes, los objetos… forman parte de un compendio de imperfecta perfección, no de verdadera ficción, sino más bien de ficción verdadera.
“Frazetta: Painting with Fire” es un documental realizado con sumo respeto, e integra una magia casi imposible, la magia flotante que emana de un conglomerado de aspectos que se dan cita en sus imágenes y declaraciones verbales. Aquí, los egos se mantienen en su sitio, al servicio de la película y de una forma bastante fiel a la realidad; las interacciones están muy bien planteadas, sintetizadas y dosificadas, y logran ofrecer una relativa pero potente visión de la vida de un artista cuya obra rompió moldes y continúa haciéndolo, a través de su impacto y de su influjo constante en disciplinas como la pintura, el dihujo artístico, el cómic, el cine o la música.
Pero hay más, porque además constituye un documento único, por no decir maravilloso, en el que el propio Frank Frazetta aborda aspectos biográficos de carácter profesional, cómo es lógico, aunque también de ámbito familiar. Podría parecer lo habitual, o un tipo de pauta a seguir, salvo que tras disfrutar de esta película, es imposible no darse cuenta de que en ella se desborda el simple reconocimiento a un artista de talento desbordante, valga la redundancia. Y el mayor indicativo lo ofrece la actitud de Frazetta mediante una gran naturalidad y el peso de sus intervenciones, sin disfraz. Es algo que se percibe y se incrusta en la médula. Un GENIO, y él lo sabía, convivía con ello, a todos los niveles. En una muestra de grandísima fuerza de voluntad, llegó a tener que utilizar su mano izquierda por no poder seguir trabajando con la derecha. Parecía estar forjado en el mismo acero que tanto abundaba en algunos de sus increíbles cuadros.
Los aportes del elenco participativo son de máximo interés, no solo por la veracidad de los datos ofrecidos, sino por el citado respeto y verdadero reconocimiento incondicional mostrado en todo momento hacia este maestro de maestros, algo imposible de fingir, realizado con toda naturalidad y por derecho. Los cineastas John Milius y Ralph Bakshi, los dibujantes Neal Adams, Joe Jusko o el legendario y mítico John Buscema, entre muchas otras personas, ofrecen comentarios de lo más interesante y esclarecedor. No se trata de desvelar desde estas líneas la trama implícita, pero sin duda, puede afirmarse que el componente humano se erige como uno de los aspectos fundamentales de este film de culto… y la esencia de ello radica en su connotación con la propia e irrefutable obra de Frazetta, cruda y sin disfraces.
Lance Laspina se ocupó de producir y dirigir este documento histórico en el que también se ofrecen varias claves sobre cómo Frazetta logró mantener su independencia profesional. La inmensa obra del artista de Brooklyn cubre cierta parte del espectro visual, y enmarcada en este film, parece cobrar mayor relevancia, si cabe. Frank Frazetta falleció en 2010, por lo que, evidentemente, pudo disfrutar de este grato y merecido homenaje en vida.
Es de celebrar que buena parte de su obra pueda encontrarse en la red, en forma de reproducciones. Aún hay suficientes imágenes como para poder disfrutarla, al menos de forma metafórica. También se han editado diversos libros sobre el artista, en formatos bastante adecuados y respetuosos. Si estás leyendo esto y por alguna razón no conoces esos materiales, estás tardando en buscar.
Como conclusión, decir que “Frazetta: Painting with Fire” conforma un documento de culto, que, de ser posible. hay que ver; en pro del conocimiento sobre los valores humanos, del arte de una mente visionaria y de la operatividad de unas manos que con destreza, lápices y pinceles, abordaron lo insondable del concepto existencial.
Texto: © J. Bass (Vientos de Estigia).
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