
Ha pasado el verano. Para algunas personas ha implicado toda una vorágine de acontecimientos, y para otras… pura rutina. Sea como sea, hay algo que no ha parado de flotar a nuestro alrededor: el bullir de las aves, tan a la vista y, al mismo tiempo, tan camufladas en la cotidianeidad.
Repasando entrañables momentos fotográficos, no espectaculares, sino más bien de corte discreto, extraigo del cajón algunas imágenes de estos últimos meses y días, puntuales (aunque con algo especial que me ha hecho escoger cada una de ellas). Estos seres alados, mecanismos increíbles creados por la divinidad y provistos de la más alta «tecnología» de ingeniería biológica, nos permiten sumergirnos en momentos de contemplación y abstracción, como mínimo.
Espero que disfrutéis del simbólico y escueto post, simple antojo, breve inciso, que sirve para compartir una inquietud personal, y no es otra que mi incondicional admiración por las aves. Así que aquí queda esta muestra de algunas especies residentes en León; con su aerodinámica silueta y sutil ironía, tras alzar el vuelo ante nuestras narices, parecen cantar la frase «pequeño lo serás tú»…
Gracias por leer, un saludo y hasta la próxima.
















Texto y fotografías: © J. Bass (Vientos de Estigia).
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